Días Mejores
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Ninguna persona en la faz de la tierra desea que su vida sea mediocre. Por naturaleza todos deseamos que nuestra vida esté llena de sentido y felicidad. De hecho, fuimos diseñados para una vida abundante. Inclusive, éste fue uno de los dos propósitos por el cual Jesús vino a la tierra. Él dijo, "Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia". Desafortunadamente muchos de nosotros nos envolvemos en los detalles de la vida que no tenemos tiempo para abrazarla. Tenemos fechas límites que cumplir, problemas, prioridades, distracciones y obstáculos que nos impiden lograrlo y aun cuando deseamos satisfacción en nuestras vidas parece que siempre nos quedamos un paso cortos.
El apóstol Pablo entendía perfectamente que tenemos que abrazar cada momento si queremos tener días mejores. En Filipenses capítulo 3 describe su filosofía hacia la vida. Si seguimos su ejemplo podremos abrazar cada día y vivir la vida al máximo sin importar que tan ajetreada sea.
El primer principio que debemos aplicar a nuestras vidas para experimentar días mejores es definir nuestro propósito. Es imprescindible que cada persona tenga bien definido su propósito si desea experimentar días mejores. De hecho el primer paso para una iglesia, ministerio, empresa u organización es definir su propósito. Una de las razones por las que las personas pueden tener cierta tranquilidad "ficticia o superficial" es por que no saben hacia dónde van; simplemente se dejan guiar por la corriente.
Déjame hacerte una pregunta: ¿Sabes cuál es tu rol en este mundo? ¿Sabes con claridad qué papel juegas? La pregunta que nos debemos plantear es la siguiente: ¿Cuál es mi propósito primordial en la vida? En otras palabras, ¿Cuál es la razón de tu existencia? Ve a tu alrededor, cada cosa que Dios creó tiene un propósito bien definido y para que cualquier cosa o persona tenga éxito, debe realizar su propósito.
Déjame te doy un ejempl ¿Cuál es el propósito de un bolígrafo? La respuesta: escribir. Ahora bien, un bolígrafo Mont Blanc de $300 dólares que no tiene tinta será muy atractivo pero es un fracaso como bolígrafo ya que no está desempeñando su propósito. Es inútil. No sirve de nada. Cuando llegue el momento de endosar un cheque el Mont Blanc no te servirá de nada, ya que una Bic de 29¢ te sacará de apuros.
Así como un bolígrafo tiene una función principal, cada ser humano que Dios creó tiene un propósito primordial y nuestro nivel de satisfacción y felicidad está íntimamente relacionado a encontrar y satisfacer ese propósit nuestra razón de vivir.
El segundo principio que debemos aplicar es olvidar el pasado. Hay dos elementos que debemos olvidar del pasado. El pasado malo y bueno. No importa que tan horrible haya sido tu pasado debes olvidarlo de una vez por todas si deseas experimentar días mejores. Hoy tienes la opción de vivir en tu pasado y los errores que cometiste y por consiguiente arruinar tus probabilidades de experimentar días mejores u olvidarlo y seguir adelante.
Quizás tuviste malas experiencias o hiciste algo que hoy te lamentas. A lo mejor las memorias del pasado continúan atormentándote por las noches. Simple y sencillamente debes olvidar el pasado. El pasado ya quedó atrás, se terminó, se fue. Jamás te podrá lastimar. Y como ya no puedes hacer absolutamente nada para cambiarlo; lo mejor que puedes hacer es olvidarlo y continuar con tu vida. Dios está dispuesto a perdonarte y olvidar todos los errores que cometiste en el pasado y él espera que tú hagas lo mismo.
Isaías 43:25 dice:
"Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo y no recordaré tus pecados."
También hay que olvidar el pasado bueno. Muchas personas se concentran tanto en los triunfos y éxitos del pasado que no aprovechan las oportunidades del presente. El pasado aunque haya sido bueno no es una garantía hacia días mejores. De hecho, el pasado bueno puede ser un obstáculo que te impedirá experimentar días mejores.
El tercer principio que debemos aplicar si deseamos experimentar días mejores es enfrentar el presente. Es fácil vivir en el pasado, es fácil soñar sobre el futuro, pero el desafío está en enfrentar el presente. Vivir en el presente es esencial porque es ahí donde invertimos todo nuestro tiempo. De manera que eso significa que no nos podemos dar el lujo de decir "un día de estos..." o "Una vez que haya terminado..." El presente es lo que cuenta. No el ayer, ni el mañana, sino el hoy. Yo me pregunto cuántas veces nos perdemos la magia del momento al vivir en el pasado y anhelar el futuro. Así que comience hoy aplicando estos 3 principios y verás cómo Dios traerá felicidad, sentido y satisfacción a tu vida.
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